El estrés infantil


El estrés infantil

El estrés infantil ha sido objeto de estudio de la Psicología durante los últimos años. El estrés  se define atendiendo a tres concepciones ampliamente extendidas en la literatura: estrés como estímulo, estrés como respuesta, y estrés como relación acontecimiento-reacción.

El estrés como estímulo hace referencia a la exposición a circunstancias o acontecimientos externos al sujeto, denominados estresores, capaces de alterar el equilibrio fisiológico y psicológico del organismo. El estrés como respuesta se refiere a las manifestaciones  del organismo de tipo fisiológico, emocional o conductual ante estresores. El estrés como relación acontecimiento-reacción se considera como  “una relación particular entre el individuo y el entorno que es evaluado por este como amenazante o desbordante de sus recursos y pone en peligro su bienestar”.

La investigación ha demostrado que la incidencia del estrés cotidiano en niños y niñas puede tener importantes consecuencias emocionales. En este sentido, se ha demostrado que el estrés cotidiano puede impactar más negativamente en el desarrollo emocional del niño o adolescente que el estrés debido a sufrir acontecimientos vitales o estresores crónicos.

En la población escolar, los estresores de naturaleza se agrupan en tres ámbitos principales: salud, escuela y familia. En el ámbito de salud se hallan sucesos tales como situaciones de enfermedad, procedimientos médicos y preocupación por la imagen corporal. Respecto al ámbito escolar, se contemplan estresores tales como problemas en la interacción con el profesorado, dificultades en la realización de tareas académicas, realización de exámenes, presiones académicas, bajas calificaciones escolares, cometer errores ante los compañeros y exceso de actividades extraescolares.  Asimismo, se incluyen estresores relativos a las dificultades en las relaciones con iguales, como falta de aceptación de los iguales, peleas y situaciones ridiculización o burla. En cuanto al ámbito familiar, los estresores son dificultades económicas, falta de supervisión de los padres, o soledad en el hogar y continuas peleas entre hermanos.



La prevención  y el tratamiento del estrés cotidiano infantil se centran en la promoción de estrategias eficaces de afrontamiento. Las estrategias de afrontamiento se refieren a los esfuerzos voluntarios realizados con la finalidad de manejar situaciones estresantes. Estas estrategias pueden ser clasificadas en tres estilos de afrontamientos básicos: a) centrado en el problema, con estrategias como centrarse en resolver el problema, buscar diversiones relajantes, distracción física, esforzarse y tener éxito y fijarse en lo positivo; b)centrado en los demás, compuesto con estrategias como buscar apoyo social, buscar apoyo profesional, buscar apoyo espiritual ,buscar pertenencia, acción social e invertir en amigos íntimos; y c) improductivo, referido a estrategias como preocuparse, hacerse ilusiones, falta de afrontamiento o no afrontamiento ,ignorar el problema, reservarlo para sí, autoinculparse y reducción de la tensión.

En el ámbito de la intervención psicoeducativa existen programas para enseñar estrategias de afrontamiento (BOC). Entre las destrezas a trabajar se incluyen pensamiento optimista, comunicación efectiva, solución adaptativa del problema, toma de decisiones, planificación de objetivos y organización del tiempo.

Los programas que se centran en la solución de problemas interpersonales(SPI)pueden ser adecuados para promover nuevas estrategias que permitan afrontar estresores sociales como rechazo de los iguales, recibir burlas o insultos, agresiones físicas y otras situaciones negativas .Concretamente, las estrategias del SPI se dirigen a generar respuestas ante un problema surgido, como negociar, ser asertivo y pedir ayuda. También la solución de problemas supone un modelo de afrontamiento aplicable a problemas de salud o del contexto familiar.

Es posible educar en la infancia un estilo saludable de afrontamiento ante los estresores cotidianos, reforzando intentos de solucionar los problemas y ayudando a que los menores aprendan a superarlos por sí mismos o buscando apoyo social, evitando explosiones emocionales que puedan suponer formas improductivas de hacer frente al estrés. Por tanto el contexto escolar además del familiar, es un marco ideal para la trasmisión y enseñanza de estrategias de afrontamiento productivas que promuevan el desarrollo y el bienestar personal.

 Fuente:Papeles del Psicólogo-vol.33-2012

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