"TENGO QUE SACAR UN 10": La autoexigencia en la infancia



La autoexigencia es la capacidad de exigirse demasiado a uno mismo. Una gran auto-exigencia y una conducta perfeccionista desde la infancia, pueden tener muchas consecuencias en la edad adulta, como la intolerancia a la frustración, intolerancia a la incertidumbre, estrés, ansiedad, baja autoestima, etc. Pero estas problemáticas no siempre surgen en la edad adulta, en la infancia ya pueden aparecer, sobretodo los primeros síntomas de trastornos de ansiedad.

En ocasiones ésta actitud viene a raíz de una educación estricta, es por ello que los padres o tutores han que tener cuidado con:


  • Orientar al resultado: éste no da buen fruto en el aprendizaje del niño. Cuando se orienta a los resultados, el objetivo del niño es sacar buena nota, y su meta solo se centra en ese aspecto. Es por ello que muchas veces los niños pueden llegar a ser mucho más competitivos y no cooperativos.
  • Entender el estudio como una obligación forzosa. Hasta los 16 años, la escolarización y el estudio es una obligación, pero si el niño lo entiende como algo forzado, lo más probable es que lo vea como algo desagradable. Recalcar demasiado que es su obligación no permite que el niño vea otras posibilidades, como la importancia del aprendizaje a su edad.
  • La necesidad de aprobación: Si los padres muestran solamente interés por el niño o niña cuando saca buenas notas, entonces es posible que empiece a depender de su opinión. Es importante no comparar entre hermanos “mira tu hermano que notas saca, aprende de él”, sobretodo si tienen diferentes edades, ni tampoco comparar con el “yo pequeño” de los padres “tu padre cuando era pequeño era el mejor de la clase, y mira tú”. Los niños pueden llegar a tener miedo por decepcionar a los padres. El miedo a la decepción puede fomentar la aparición del miedo al rechazo y ansiedad social.

Entonces, ¿Qué pueden hacer los padres para no fomentar una excesiva autoexigencia?

  • Motivar e impulsar una buena actitud en casa: es importante mostrar comprensión ante los errores para que el niño sepa aprender de ellos. Que suspender forma parte del proceso de aprendizaje y que simplemente desvela dónde hace falta cambiar el método, o insistir un poquito más. Es esencial que los padres den ánimos ante los obstáculos.
  • Promover una buena comunicación: promover la confianza entre padres e hijos para que sepan comunicar sus dificultades en los estudios. De este modo, los padres pueden estar al  pendiente de aquello que les cuesta más realizar a sus hijos en la escuela concertando tutorías con los profesores.
  • Transmitir a los hijos tranquilidad. Aprender a mantener la calma. Si los padres están nerviosos pueden transmitir esos nervios al hijo y puede fomentar la aparición de ansiedad durante la prueba. Respirar hondo y decirle “tranquilo/a”.
  • Saber delegar: Si los padres tienen que encargarse de varios hijos es importante que sepan organizarse para mantenerse al pendiente de todos. Si además los padres trabajan y la situación resulta desbordante es importante saber delegar en otra persona o apuntar a los niños a clases particulares, para ante todo, no descuidar sus horas de estudio.
  • Orientar al proceso. Transmitir la importancia de aprender. Aprender para crecer y tener conocimientos, no para ser el mejor de la clase.
 
Es importante fomentar en los hijos tanto una conducta de estudio como una conducta de juego, no todo se enseña en los libros. De ahí la importancia de dejar que los niños tengan su tiempo de disfrute, de imaginación, de creación... dejar que tengan su tiempo de niños.

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